Réplica al artículo del comisario Ignacio del Olmo "La delgada línea azul"
Pedro Luis López, @estrateglobal
El viernes 28 de marzo el comisario de policía Ignacio del Olmo
Fernández nos sorprendió con un artículo en La Verdad de la Región
de Murcia titulado “La delgada línea azul”,
donde en vez de desarrollar una disculpa sincera por estos años de
intimidaciones, multas injustificadas, violencia policial y represión
que más adelante detallaré, emplea un romanticismo militar absurdo,
infantil y trasnochado, impropio de un mando policial en una
democracia, para intentar convencernos de que ellos son los valientes
que mantienen “la delgada línea azul, la que separa el
orden del desorden”. Nada más
lejos de la realidad querido comisario, el desorden ya lo tienen
millones de personas en este país fruto de la miseria y de la
estafa, incluidos aquellos a los cuales usted dirige indirectamente
su artículo para motivarlos y mantenerlos firmes en la dura y
romántica tarea de reprimir a un pueblo digno.
No voy a usar mis palabras para
describir la situación por la que pasa mucha gente, voy a usar las
palabras de Dani, el chico de Murcia encargado de hablar por la
columna sureste en el acto final de la manifestación de las marchas
de la dignidad del 22 de marzo, acto que nuestros queridos guardianes
del orden, y sus fieles escuderos los infiltrados, se encargaron de
reventar antes de que finalizara y así salir en los telediarios.
Bien, pues como dijo Dani “¡basta ya!, estamos hartos de
recortes”, porque “nosotros
no queremos caridad, queremos trabajar, que el trabajo es un derecho”
y además “estamos hartos de los gobiernos de la troika”.
Porque “cada vez que una persona desahuciada salta desde
una ventana es un asesinato”,
“cada vez que a una persona le reducen la dosis de
medicación porque no puede permitírselo es un genocidio”
y “cada vez que una niña se acuesta con hambre o se
desmaya en la escuela porque no ha podido comer, eso es una tortura”.
Como decía mi abuelo la dignidad
es lo último que se pierde. En esta vida hay muchas líneas y una de
ellas es precisamente la línea de la dignidad; y este pueblo está
demostrando no estar dispuesto a sobrepasarla. El 22 de marzo, y
retomando el tono melodramático del artículo de nuestro hidalgo
caballero, fue una de las pocas veces que me sentí orgulloso de
vivir en esta tierra, porque ahí estaba un pueblo digno diciendo
masivamente que no está dispuesto a perder sus derechos, esos por
los que mi abuelo y las abuelas y abuelos de muchos lucharon, y antes
de ellos otros y otras.
Y si nuestro gallardo y valiente comisario tiene una “masa
anónima” de personas delante suya que le odia, un mando
policial debería preguntarse por qué, en vez de escribir un
artículo intentando equiparar a la gente común con un ejército
regular al que hay que contener para preservar no se sabe muy bien
qué “orden”, visto que
la mayoría ya vivimos en el desorden. Y ya que nuestro gran
héroe, por más que se pregunte por qué, las explicaciones no le
alcanzan, se las detallo yo para qué no las olvide.
El 29 de septiembre de 2012 en el marco de las manifestaciones
“Ocupa el congreso” una
moto policial atropella a Alan, un chico de apenas 16 años,
rompiéndole el tobillo el cuál necesitó cinco clavos, aparte de
recibir malos tratos. La policía lo denunció y amenazó. Alan salió
absuelto y hay un policía imputado. El 12 de octubre de 2012 hubo
una manifestación antifascista para denunciar una manifestación de
ultraderechistas. La policía nacional denunció a 16 personas de la
manifestación antifascista, dándose la circunstancia que la mayoría
de ellos no estaban en Murcia aquel día, evidenciando un caso de
listas negras. Todos han salido absueltos. El 14 de noviembre
de 2012 un policía nacional le pateó la cara a Carlos Gorairis en
el marco de la huelga general. Está imputado de oficio por la
fiscalía en una actuación sin precedentes en el Estado. En este
mismo caso otros policías están imputados por mentir en su
declaración diciendo que hubo provocación previa de los
manifestantes con lanzamiento de piedras, lo cuál era mentira como
demostraron los vídeos. El 2 de abril de 2013, día de la conocida
fiesta del Bando de la Huerta en Murcia, miembros de la UPR
intimidaron y detuvieron a cinco vecinos de Santiago el Mayor que
protestaban a favor del soterramiento de las vías. Una vecina madre
de dos hijos fue arrojada violentamente contra el suelo lo que le
provocó la rotura de la muñeca y tendrá secuelas de por vida. Hay
varios policías denunciados. Y para terminar hay otro policía
nacional imputado por agresiones a un inmigrante, Abou, en un caso de
represión racista. Y esto son sólo algunos de los casos más
representativos.
Tras el 22 de marzo, y mientras los medios de masas anuncian a
bombo y platillo que un policía nacional de Cartagena tiene un
corte, el resultado para los que sufrimos los recortes es
espeluznante: un joven de 19 años pierde la visión de un ojo por el
impacto de una bala de goma, un ojo más a añadir a esta lista
macabra, otro joven pierde un testículo por un disparo a bocajarro
de los antidisturbios, y por otro lado los detenidos en la
manifestación del 22M han denunciado malos tratos y torturas en
comisaria.
Aún así debe saber nuestro grandísimo general que yo no les
odio, lo que siento es auténtica vergüenza, con mayúsculas. La
policía está para garantizar la seguridad de los manifestantes y el
libre ejercicio de los derechos, no para provocar la violencia y
actuar como ariete represivo de un gobierno que ha perdido toda
legitimidad.
Pero que no se preocupe nuestro Napoleón particular, que la
historia a todas nos juzga. Y estoy convencido de que llegará el día
en que se juzgará y condenará a aquellos que están causando tanto
sufrimiento a tanta gente; sea con recortes, sea con porras y balas
de goma. Y también estoy convencido que pagarán aquellos que hace
tiempo decidieron atravesar la delgada línea de la dignidad, esa que
sí separa el orden del desorden, la justicia de la injusticia.
Línea, que la gente común formamos con orgullo solidario.