"En efecto. Vivimos una crisis del sistema donde todo está interconectado. La crisis es financiera, económica, climática, alimentaria, migratoria. Una crisis que toca la gestión mundial, porque no hay ninguna institución mundial que goce de real credibilidad. El G20 no es más legítimo que el G8. Y las Naciones Unidas no logran jugar el rol previsto por su Carta.

Es verdad que esta crisis es el producto del avance de la desregulación, pero está también ligada al mismo sistema. El mensaje del FSM deberá ser aún más claro que cuando nació hace 10 años. Subrayar la necesidad de la globalización de la resistencia y de las alternativas para proponer un sistema alternativo al sistema capitalista patriarcal globalizado.

Los que se reúnen en Davos siguen por el momento con la capacidad de lanzar ofensivas contra los “de abajo”. Estos, están poco a poco superando su fragmentación –aunque con dificultades- para progresar en la dirección de ofrecer una alternativa global que es más que necesaria. Y pienso que la solución no pasa por reformar el actual sistema sino claramente contra éste."

Eric Toussaint, presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo. Foro Social Mundial (FSM)

domingo, 24 de febrero de 2013

La violencia en la educación y la ideología conservadora de individualización de sus causas

Publicado en Kaosenlared.net

«Al menor que quemó el pelo a su profesora deberían darle una paliza que no dejase marcas» /1. De esta guisa se expresó el psiquiatra José Miguel Gaona en televisión, el cuál ha sido director de la revista «Educar bien. Niños» (¿?) y asesor técnico del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, a propósito de la noticia de un menor de 16 años que intentó (no llegó a ocurrir gracias a la intervención del resto de compañeros y compañeras) quemar el pelo a su profesora en un instituto de Barbate /2.




Este tipo de noticias suelen tener gran repercusión en la caverna mediática, donde son ampliamente analizadas y debatidas. Las conclusiones habitualmente hacen referencia a que en un país democrático y de igualdad de oportunidades (siendo muy generosos), que un adolescente actúe de forma violenta en el ámbito escolar es solo culpa del adolescente o como mucho de unos padres que no han sabido educarlo adecuadamente; llevando el debate a un plano moral, muy característico de ideologías conservadoras. ¡Qué hipocresía!, los mismos que machacan al funcionariado llamándoles gandules y aplaudiendo cuando recortan su salario, se convierten en los adalides de la defensa de la integridad física del profesorado y de su autoridad. Por cierto, tema éste recurrente, el de la autoridad del profesorado, en los sindicatos más conservadores de la enseñanza.

Es preocupante también la existencia de ciertas expresiones de uso más o menos habitual como «un par de hostias a tiempo» que hacen referencia a castigos preventivos. Los castigos preventivos y pegar sin dejar marcas son ampliamente usados en sociedades machistas contra las mujeres, y dan a entender que nuestra sociedad, a pesar de todo, no ha logrado extirpar este tipo de creencias y prácticas del ideario popular, como demuestra, por otra parte, la lacra de la violencia de género.



Partiendo del hecho que la actuación del adolescente en cuestión es reprobable y merece un castigo por ello, y no queriendo quitar la culpa que éste tiene, entendiendo también que el profesorado poco puede hacer con casos de este tipo ni tiene herramientas para ello; sería conveniente analizar las causas de la violencia en la educación desde un punto de vista más global, para lograr entender que factores desencadenan estas actitudes. La pregunta sería, ¿qué ha ocurrido para qué un chico de 16 años quisiera quemar el pelo de su profesora?

Según el artículo publicado por José Emilio Palomero Pescador y María Rosario Fernandez Domínguez en la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado en 2001 /3, hay numerosas causas y factores condicionantes de las conductas violentas en la escuela y fuera de ella, sin perder de vista que vivimos en una sociedad que rezuma violencia y agresividad.
«De un lado, la agresividad puede ser la expresión de factores relativamente independientes de la escuela, como los problemas personales, los trastornos de relación, la influencia del grupo de amigos o la familia. De otro, podemos decir que la conducta agresiva de los niños está condicionada por la estructura escolar y sus métodos pedagógicos, así como por todo un conjunto de factores políticos, económicos y sociales. En la mayor parte de los casos, intervienen todos o varios de estos factores, pues las interacciones y las relaciones interpersonales sólo pueden entenderse contemplando de una forma global las condiciones sociales e institucionales en que se producen, siendo por otra parte las personas quienes intervienen con sus interaccciones en la configuración de los sistemas e instituciones sociales. En definitiva, existe un estrecho lazo entre problemas sociales, familiares, escolares y personales en el origen de la violencia escolar.»
Dejando a un lado problemas de tipo patológico infantil que pueden ser tratados adecuadamente si somos capaces de detectarlos (trastornos por déficit de atención e hiperactividad, depresión, stress, ...); las causas de tipo individual, familiar, social o del propio entorno escolar están estrechamente relacionadas en general con el tipo de sociedad en la que vivimos, la escala de valores de la misma, problemas socio - económicos de desempleo, pobreza y exclusión social e incluso del sistema pedagógico heredado del sistema prusiano (despotismo ilustrado) basado en una fuerte división de clases y castas.

Podemos observar también como estos factores socio - económicos (y culturales) son determinantes en la incidencia del fracaso escolar, conclusión que se desprende del siguiente gráfico extraído del artículo de 2007 de José Saturnino Martínez García, del Departamento de Sociología de la Universidad de La Laguna, titulado Fracaso escolar, clase social y política educativa /4.





Cabría analizar también si los problemas de desigualdad y el tipo de sociedad son importantes a la hora de la incidencia de la violencia en la escuelas. Según el Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo (SERCE) sobre violencia en las escuelas en América Latina elaborado por la UNESCO de 2005 a 2009 /5, países con mayores desigualdades sociales, como Argentina, Ecuador, República Dominicana, tienen mayor incidencia de violencia física en las escuelas; sin embargo, Cuba, con un sistema educativo público y universal y con una sociedad con menos desigualdades aparece en el extremo opuesto. Obviamente, y como se ha expuesto con anterioridad, las desigualdades sociales y económicas son solamente algunos de los factores que afectan a la violencia en las escuelas, pero de forma general parecen tener un peso importante dentro de este grupo de factores y causas.

Todos estos datos son obviados por la caverna mediática que se preocupan más de lanzar mensajes que van a incidir sobre los sentimientos más primarios del ser humano: el chico se merece una paliza (con el detalle de no dejar marcas). Llegados a este punto y retomando la idea inicial del artículo, ¿la individualización de las causas (en este y otros aspectos de la sociedad) llevándolas a un plano moral es una forma de poder hegemónico conservador?, ¿con qué propósito?. Preguntado por esto mismo en una entrevista publicada en la edición digital del periódico Diagonal /6, el joven periodista Owen Jones, autor de “Chavs. La demonización de la clase obrera”, responde: «El término [chav] es un síntoma del intento de convertir problemas sociales, como la pobreza y el desempleo [o la violencia escolar], en fallos individuales. Es muy útil para el capitalismo, cierra el apartado de críticas al sistema sobre la base de que lo que hay que combatir son las faltas de cada uno, que se muestran como únicas causas.».




Llevar la problemática de la violencia en la escuelas a un debate moral e individualizarlo es muy característico de ideólogos conservadores y es en cierta manera hegemónico en nuestra sociedad: cierra el apartado a cualquier crítica al sistema político, social, económico y pedagógico; que en parte es causa de esta misma violencia como hemos visto. Abrir un debate profundo sobre la violencia en la escuelas debe llevar consigo un debate sobre el sistema pedagógico, las desigualdades sociales y lo valores asociados a una sociedad capitalista de consumo y competitividad.

Pedro Luis López Sánchez, @estrateglobal

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1/ «Al menor que quemó el pelo a su profesora deberían darle una paliza que no dejase marcas», ABC.es, http://www.abc.es/sociedad/20130221/abci-psiquiatra-gaona-paliza-201302211234.html

2/ Un adolescente intenta quemar el pelo a su profesora en un instituto de Barbate, Antena 3, http://www.antena3.com/noticias/sociedad/adolescente-intenta-quemar-pelo-profesora-instituto-barbate_2013022100049.html

3/ La violencia escolar: Un punto de vista global, José Emilio Palomero Pescador y María Rosario Fernandez Domínguez, 2001, Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 41, 19-38, http://www.aufop.com/aufop/uploaded_files/articulos/1247352775.pdf

4/ Fracaso escolar, clase social y política educativa, José Saturnino Martínez García, Viejo Topo (ISSN 0210-2706), no 238 pp: 44-49, noviembre 2007, http://josamaga.webs.ull.es/fracaso-escolar-VT.pdf

5/ UNESCO alerta sobre la violencia entre estudiantes de América Latina, Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo (SERCE) elaborado por la Unesco de 2005 a 2009, http://www.crefal.edu.mx/crefal2012/index.php?option=com_content&id=386

6/ “Los Gobiernos ingleses han creado un vertedero social”, Periódico Diagonal, http://www.diagonalperiodico.net/culturas/gobierno-creo-vertedero-social.html

jueves, 14 de febrero de 2013

La Economía del Bien Común pero sin propiedad común



Christian Felber, uno de los fundadores de la Banca Democrática, hablará el viernes 15 de febrero en Murcia de la Economía del Bien Común. La Economía del Bien Común se presenta como un sistema económico alternativo basado en cinco principios fundamentales: la dignidad humana, la solidaridad, la cooperación, la responsabilidad ecológica y la empatía. En la práctica, esto significa que aquellas empresas que les guíen esos principios y valores deben obtener ventajas legales que les permitan sobrevivir a los valores del lucro y la competencia actuales. Es decir, si no lo he entendido mal, estas empresas deben poder competir en el mercado en mejor posición que las empresas que no respetan estos valores, presuponiendo que haya realmente competencia en el mercado y por otra parte que haya unos Estados democráticos capaces de imponer una serie de reglas a la competencia, lo cuál ya es mucho presuponer.

Lo que más llama la atención es la fastuosidad y la pomposidad del nombre, Economía del Bien Común. Sorprende que llamándose Economía del Bien Común no se mencione nada sobre la propiedad común, y ni hablar de ponerla como base de este sistema. Para que nos hagamos una idea, esto es como hablar de socialismo sin socializar, o de capitalismo sin capital. Y es que da la sensación que aquí se trata de lanzar ocurrencias morales para dulcificar el capitalismo, pero nada de hablar de propiedad, no vaya a ser que abramos la caja de Pandora y molestemos a cierta gente. Aún así, hay que reconocer que Felber, tímidamente, es partidario de poner ciertos límites a la propiedad privada sobre los medios de producción y a la herencia.



Hay que reconocer también cierta aportación, la inclusión de los conceptos de costos sociales y ambientales en la producción. La extinta URSS, por ejemplo, tenía un sistema excesivamente basado en mejorar la producción y los costes de producción, el productivismo soviético, lo que quizá esté en el origen de la catástrofe ecológica mundial de Chernobyl. La energía nuclear podría parecer una fuente relativamente barata de producir grandes cantidades de energía, pero si le añadimos los costes sociales y ambientales de los diferentes desastres acontecidos a lo largo de la historia, recordando el reciente desastre de Fukushima, seguramente llegaremos a la conclusión que es más cara de lo que podría parecernos en un principio. Por lo tanto, los costes sociales y ambientales deben ser tenidos en cuenta en la conveniencia o no de cierta producción.

Dicho esto, creo que debemos retomar el concepto de justicia para repensar el sistema económico. Decía Confucio que allá «donde hay justicia no hay pobreza», sacando la justicia del plano moral - religioso y llevándola al plano materialista. El problema principal del sistema capitalista no es una cuestión moral, es una cuestión material, es un sistema que crea grandes desigualdades económicas y sociales a nivel nacional e internacional. En el origen de estas desigualdades, la acumulación de la mayoría de capitales en unas pocas manos, se encuentra sin duda, la propiedad privada sobre los medios de producción. Pongamos un par de ejemplos.

En este país a algunos se les llena la boca para hablar de productividad y competitividad. Habiendo renunciado ya al consumo interno (ellos lo saben muy bien, son los mismos que están sacando grandes capitales del país), están basando la recuperación en las exportaciones (que digo yo, que si todos exportamos, ¿qué países importarán?), y para eso tenemos que ser más productivos y más competitivos que nuestros competidores. Para ello la única vía posible es «desgraciadamente, trabajar más para cobrar menos» (dijo un empresario de éxito ahora encerrado en la cárcel por fraude). Es curioso, siguiendo esta lógica, uno de los factores que afectan más a la competitividad es el precio de la energía, pero esto parece estar fuera de todo debate. El mercado liberalizado de la energía es un oligopolio, dado que los productores (los que venden) y las comercializadoras (las que compran) son prácticamente los mismos, donde los costes reales de producción son opacos, no se conocen. Dudo mucho que poniendo puntos negativos o positivos a estas empresas, como plantea la Economía del Bien Común, vayamos a solucionar esta problemática, pues de hecho no hay competencia. He aquí el origen de la injusticia, unos señores se apropiaron de unas empresas estatales a través de vergonzosas privatizaciones y se están enriqueciendo pactando precios y con prácticas mafiosas sobre un sector de vital importancia para el bienestar y el desarrollo del país. No es un problema moral, el problema es la propiedad y la privatización de los beneficios.



Otro ejemplo es la tierra. La tierra no es de nadie, nadie se la pueda apropiar a costa de la miseria de la mayoría. A pesar de lo que pueda parecer, la duquesa de Alba no llegó a Andalucía y creó la tierra bajo sus pies y el cielo sobre ella, ni tampoco dijo «he aquí mi creación, mi propiedad». La casa de Alba mantiene grandes cantidades de tierras paradas, gracias a subvenciones europeas que se calculan por terreno y no por producción, en una región donde más del 30% de los trabajadores están en paro. Y aunque la casa de Alba trate muy bien a los trabajadores que tiene empleados y sea la empresa más ecológica del planeta, lo que le daría muchos puntos de la Economía del Bien Común, sigue existiendo una injusticia material, esas tierras deberían dar trabajo a mucha más gente y los beneficios deberían ser repartidos y socializados. Otra vez, la injusticia parte de la propiedad privada sobre los medios de producción.

Estamos llenos de buenas intenciones, de códigos de buenas prácticas, de grandes valores, de declaraciones magníficas como la universalidad de los Derechos Humanos, de Economías del Bien Común y de moralinas varias; pero si como sociedad no atajamos y resolvemos los orígenes de la injusticia económica y social todas estas exaltaciones morales valen menos que nada.

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Pedro Luis López Sánchez, @estrateglobal

sábado, 2 de febrero de 2013

Corrupción, privatización y propiedad privada sobre los medios de producción

Esta pretensión, de crear un paraíso en la tierra, cuán fácilmente ofende. Ofende a nuestra santidad porque puede distraer de ese otro paraíso del más allá, ofende a nuestras majestades [...], porque el paraíso de los pobres raramente complace a sus gobernantes. 

Éstas misiones son obra del demonio, enseñan a despreciar la propiedad privada y el legítimo beneficio, y desobedecen la autoridad [...]”

The Mission



Si la corrupción es el trasvase de dinero público a una minoría privada en contra de los intereses de la mayoría, habiendo de por medio el enriquecimiento ilegítimo - e ilegal - del gestor del dinero público; la privatización es su forma legal (que no legítima), ya que la privatización es el trasvase de dinero público a una minoría privada en contra de los intereses de la mayoría donde existe el enriquecimiento ilegítimo - pero intencionadamente legal - del gestor del dinero público que hizo la privatización a través del fenómeno denominado de “puertas giratorias”.

La difícil identificación de la privatización como corrupción se debe principalmente a que el enriquecimiento ilegítimo no se da en el mismo espacio de tiempo del acto ilegítimo y su forma legal hace aparentar como legítimo aquello que para la subjetividad de la mayoría no lo es.

Pues si la privatización es la forma legal de la corrupción, la propiedad privada sobre los medios de producción es su forma legal, estructural y hegemónica. Ya que la propiedad privada sobre los medios de producción provoca el trasvase de la riqueza de la sociedad - producida en origen por los trabajadores - hacia una minoría privada y en contra de los intereses de la mayoría, forma legal y ampliamente legitimada por la posición dominante de la clase social que se beneficia de este tipo de propiedad.

La identificación de la propiedad privada sobre los medios de producción como corrupción (social) es muy difícil, ya que la clase dominante ha conseguido que este tipo de propiedad y el legítimo beneficio sobre ella sea aceptado y protegido ampliamente.

En tiempos de crisis orgánica, esta legitimidad del beneficio sobre la propiedad privada puede saltar por los aires a los ojos de la mayoría social, ya que en la práctica se demuestra que la riqueza se está acumulando en unas pocas manos provocando la miseria de la mayoría de la población.

Por lo tanto, la corrupción, la privatización y la propiedad privada sobre los medios de producción son diferentes maneras, diferentes caras de una misma cosa; el robo y la explotación.

Pedro Luis López Sánchez, @estrateglobal