Austeridad, crecimiento,
decrecimiento y marxismo
Estas
últimas semanas toca hablar del rescate y de como nos va a afectar
en nuestro quehacer diario, sin embargo, el rescate es inevitable y
una obviedad en las condiciones económicas actuales. Inevitable no
en sentido absoluto, claro, sino en sentido relativo, relativo al
modelo económico y más profundamente, relativo a la superestructura
(o meta-modelo) que define el modelo económico. Por lo tanto no voy
a hablar de rescates, al menos no directamente, sino de por qué en
términos relativos el rescate es inevitable; y más profundamente,
de cuáles son estos términos relativos. Para ello habrá que aclarar, al menos someramente, algunos
términos que se usan en la actualidad.
Se ha
instalado en Europa una nueva idea, el crecimiento. El crecimiento en
contraposición a la austeridad promovida por Alemania. Todos hablan
del crecimiento como la solución a todos los problemas europeos,
reduciendo la complejidad de la crisis a la elección Austeridad –
Crecimiento. Ya tenemos un nuevo debate de fanboys, junto a
los ya conocidos Derecha – Izquierda, PP – PSOE, Rojo – Azul,
Barça – Madrid; sí, ahora se une Austeridad – Crecimiento. - Yo
es que soy de los de crecimiento -, diría uno, - ah, pues yo
prefiero la seriedad alemana, la austeridad -, le contesta otro, -
pues yo prefiero la austeridad con crecimiento -, sentencia un
tercero en discordia. Debates de altura.
Para
comprender la diferencia entre austeridad y crecimiento es necesario
explicar, aunque sea brevemente, el funcionamiento de la economía
capitalista. El ciclo productivo capitalista se podría explicar con
la ecuación D – M – P – M' – D', donde el dinero (D) pasa
por un proceso de producción (P) de mercancías (M) para producir
otras mercancías (M') que den más dinero (D'). De donde se deduce
que para producir, se necesita de una inversión de dinero (D)
inicial, con el objetivo de conseguir más dinero (D'). Desde el
punto de vista del capitalista financiero, la ecuación se podría
reducir a D – D' (donde D' > D), donde por ejemplo, se deposita
dinero en el banco que luego genera unos intereses, dando la
sensación de que el dinero genera más dinero de forma autónoma,
desligándose del proceso productivo. Lo que Marx denominaba el
fetichismo del capital. Cuando el ciclo productivo falla, por ejemplo
porque las empresas no pueden vender sus productos, el capitalista
financiero no puede obtener beneficios de su inversión, y llega la
crisis financiera. Cuando esto ocurre, la falta de inversión provoca
que no se puedan reiniciar los procesos productivos y la economía se
hunde aún más.
Los
países periféricos de la Unión Europea están (estamos) inmersos
de lleno en una crisis económica provocada por una crisis
financiera. Sin embargo, el sistema financiero alemán aún no se ha
contagiado. Aún así Alemania corre el riesgo de entrar en recesión
si el dinero que sus bancos tienen invertido en los países
periféricos (más bien en los bancos y empresas de estos países) no
es devuelto al entrar estos en default, bancarrota. De ahí
que Alemania promueva ayuda (rescates) a cambio de austeridad en las
cuentas públicas, con el fin de que los Estados se hagan cargo de
las deudas privadas que los bancos y empresas nacionales tienen con
los bancos alemanes. Hay que hacer notar que si a la falta de
inversión privada, le sumamos un Estado que gasta lo menos posible,
se ahonda en la recesión, porque hay menos capacidad de inversión
para reproducir los ciclos productivos capitalistas.
Para
los países periféricos el rescate es inevitable bajo este modelo
económico. Sin inversión la economía se para y se deja de
producir, por lo tanto se hace necesario rescatar a los bancos. Aún
así existe otra salida dentro de este modelo. Frente a la
austeridad, como decíamos, ha aparecido el concepto de crecimiento.
El crecimiento lo que busca es inversión pública para reiniciar los
ciclos productivos capitalistas, ya que la inversión privada en una
crisis financiera se hunde. En la Cumbre del Crecimiento realizada en
Roma se ha decidido promover en la Unión Europea que el 1% del PIB
de la misma se destine a políticas de crecimiento, inversión
pública. Aún así se plantean otras preguntas, ¿qué producimos?,
¿quién lo va a comprar?, ¿de verdad necesitamos producir más para
asegurar el bienestar humano en el planeta?, ¿es sostenible un
crecimiento hacía el infinito que al fin y al cabo es lo que subyace
de la ecuación D – M – P – M' – D'?
El
crecimiento infinito en un sistema de recursos finitos (el planeta)
no es sostenible. Quizá hace un siglo o dos hacia atrás no era
evidente, pero cada vez lo es más ante una realidad que es ya
mayoritariamente aceptada en la comunidad científica, el cambio
climático provocado por la acción del ser humano en el planeta.
Existe una medida (más o menos compleja de calcular) para estimar el
impacto humano en su modo de vida en el planeta, la huella ecológica.
La huella ecológica representa el área de tierra o agua
ecológicamente productivos necesarios para generar los recursos
necesarios y además para asimilar los recursos producidos por cada
población determinada de acuerdo a su modo de vida, de forma
indefinida. El objetivo fundamental de calcular las huellas
ecológicas consiste en evaluar el impacto sobre el planeta de un
determinado modo o forma de vida y, compararlo con la biocapacidad
del planeta. Desde un punto de vista global, se ha estimado en 1,8
ha² la biocapacidad del planeta por cada habitante y año. Con los datos
de 2005, el consumo medio por habitante y año es de 2,7 ha², por lo que, a nivel global, estamos consumiendo más recursos y generando más residuos de los que el planeta puede generar y admitir [1]. Por lo tanto, actualmente, el sistema económico capitalista hace que el planeta sea deficitario.
Llegados
a este punto, algún economista liberal o social-liberal estará
pensando que estoy pasando por alto intencionadamente el
productivismo soviético. Y aunque podemos reconocer los estragos del
productivismo burocrático en el desastre de Chernobil por ejemplo,
el productivismo existente actualmente está relacionado únicamente
a la lógica de producir hasta el infinito y el crecimiento como
motor de la economía capitalista.
En
contraposición al crecimiento y a la acumulación infinita de
capital, surge el pensamiento político, económico y social del
decrecimiento. El decrecimiento aboga por una disminución controlada
y racional de la producción y el consumo, para encontrar un
equilibrio de la vida del ser humano con el clima y los ecosistemas.
Pero he aquí que llegamos a un callejón sin salida aparente, ya que
sin crecimiento la economía capitalista se para, pues el crecimiento
es en sí mismo el motor de la economía.
Si
para salir de la crisis necesitamos de políticas de crecimiento,
pero el crecimiento y el productivismo provocan el aumento de la
huella ecológica, ¿quiere decir esto que el ser humano está sin
remedio destinado a acabar con el planeta debido a que el único
sistema económico posible es el capitalista?, ¿otro sistema
económico no basado en el crecimiento es posible?
Para
entender este callejón sin salida hay que ahondar más profundamente
en las causas de la crisis actual. Si uno escucha a los economistas
capitalistas se dará cuenta que, en general, todos ponen como causa
principal de la crisis actual una crisis financiera. Pero he aquí
que la crisis financiera no es un hecho natural ante el cual debamos
resignarnos, no, la crisis financiera tiene a su vez sus causas. Se
puede establecer como causa principal de la crisis financiera mundial
la caída de Lehman Brothers debido a una burbuja inmobiliaria en
EEUU, la burbuja de las hipotecas
subprime. ¿Qué es una
burbuja? Una burbuja consiste cuando una actividad productiva (por
ejemplo la construcción de viviendas en el caso español) tiene
mucha inversión, el precio sube debido a la especulación en dicho
sector, se produce por encima de la demanda y finalmente el precio se
derrumba debido a que no hay nadie que pueda comprar todo lo que se
ha producido. Un burbuja es una crisis de sobreproducción y cuando
esto se contagia a otros sectores de la economía se denomina crisis
de sobreproducción general. Efectivamente, la causa principal de la
crisis actual y de las crisis capitalistas en general es que se
produce demasiado, por encima de nuestras posibilidades que diría
alguno.
En
última instancia, es en la superestructura que subyace del ciclo
productivo capitalista en donde se encuentran las causas últimas de
las crisis. La superestructura es el conjunto de pilares filosóficos,
éticos y de relaciones sociales que sustentan el sistema económico.
Tenemos un sistema económico, el capitalista, basado en el interés
y el enriquecimiento privado como motor de la economía, basado a su
vez en la propiedad privada sobre los medios de producción. De esta
manera, los medios de producción están puestos al servicio del afán
de enriquecimiento y acumulación de capital de una minoría que no
tiene por qué suponer el bienestar de la mayoría. Un cambio de
visión de la economía para ponerla al servicio del bienestar humano
debe pasar irremediablemente por un cambio en el concepto actual de
propiedad.
Todo
cambio civilizatorio ha supuesto un cambio en el concepto de
propiedad. Debemos centrar el debate y empezar a pensar en otro tipo
de propiedad sobre los medios de producción que nos permita avanzar
en el objetivo de una existencia armoniosa del ser humano en el
planeta. Una propiedad centrada en el bienestar humano, una propiedad
común.
Pedro
Luis López Sánchez – Twitter @estrateglobal
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