Llevo alguna semana
pensando en escribiros una carta y por fin hoy me he decidido.
Sinceramente, aunque he pensado mucho en esta carta, no se muy bien
al final como saldrá; quizá algo melodramática, exagerada, o puede
que sencilla y llana, quién sabe. De lo que podéis estar seguros es
que la escribo desde el convencimiento de que vosotros, y solamente
vosotros, tenéis la solución a estos tiempos que nos ha tocado
vivir.
Trabajadores, se que la
mayoría de nosotros (me incluyo) lo que queremos es trabajar, tener
un sueldo a final de mes que nos permita vivir dignamente, disfrutar
de nuestras familias, tener nuestros pequeños momentos de ocio,
quizá unas vacaciones y no calentarnos demasiado la cabeza.
Desgraciadamente, esto ya no es posible para muchos de nosotros, sea
porque una buena parte ha perdido el trabajo, sea porque nos
solidarizamos con aquellos que sufren.
La justificación para
los despidos, EREs, recortes, … es que no hay dinero. Pero el
dinero si existe, el problema es que se destina en otros menesteres.
El problema son los 90.000 millones de euros de fraude fiscal, son
los 220.000 millones de euros que han salido de nuestro país en el
primer semestre de 2012, son los 11.000 millones de euros que el
Estado prestó a los bancos en 2010 y 2011 que reconoce ya como una
cantidad irrecuperable, el problema son los entre 40.000 y 60.000
millones de euros que costará el rescate a la banca, que coincide
con el recorte de los Presupuestos Generales para el 2013, y el
problema es el cuarto o tercio de estos Presupuestos Generales para
el 2013 que se va solo en el pago de los intereses de la deuda, casi
40.000 millones de euros que gozan de prioridad de pago absoluta
gracias a la reforma de la Constitución que realizaron PP y PSOE en
el 2011. Y de todo esto los trabajadores no tenemos responsabilidad
alguna.
Trabajadores, sabed que
todo el esfuerzo realizado por nuestros abuelos, abuelas, padres y
madres en la construcción de un futuro para las siguientes
generaciones lo están desmantelando a marchas forzadas.
Ante esta situación,
algunos, sobre todo jóvenes, se han echado a la calle para denunciar
esta injusticia, pacíficamente. La respuesta ha sido la represión,
cuyos niveles están llegando a cotas insospechadas: palizas, acoso
por reunirse y hablar de política, encarcelamientos preventivos,
criminalización de la protesta pacífica, brutalidad policial
injustificada. No lo podemos permitir. Están dando la cara por todos
nosotros (en algunos casos literalmente) y encima tienen que soportar
ciertos mensajes que hablan de infantilismo en sus proclamas y falta
de experiencia en sus protestas. Que yo sepa, hasta ahora, la lucha
obrera organizada a lo máximo que ha llegado es a organizar una
comparsa multicolor por Madrid carente de mensaje y de contenido
reivindicativo. Tampoco he visto a la lucha obrera organizada
condenar la violencia policial sobre las protestas, no solo con
palabras, si con presión y hechos, con huelgas. Aún así, se que la
lucha obrera organizada es imprescindible para intentar revertir esta
pérdida continúa de nivel de vida y derechos.
Trabajadores, en las
manifestaciones he podido observar a jóvenes aún imberbes gritar
“que viva la lucha de la clase obrera”. Pero ellos no saben aún
lo que significa esa proclama; no han experimentado el miedo a perder
tu trabajo, no por ti, sino por aquellos que te esperan en casa, no
saben lo que es no cobrar dos meses y aguantar porque irse al paro es
peor opción si cabe, no saben lo que es tragarse tu orgullo y
agachar la cabeza una y otra vez para conservar tu puesto de trabajo,
no saben lo que es que un hombre de 50 años llegue llorando a casa
porque lo han presionado entre cinco jefes en un despacho de personal
de El Corte Inglés para que firme los domingos, no saben lo que es
echar horas extras, horas que te quitan de estar con tu familia, y no
cobrarlas, no saben el sufrimiento y el sin vivir que significa
esperar el pago de tu nómina y rezar porque no sea después del pago
de la hipoteca, no saben lo que es estar parado cuando eres una de
las cabezas de familia. No, no lo saben aún, no saben lo difícil
que es superar este miedo, este miedo que existía ya antes de la
crisis, organizarse y luchar, con la responsabilidad que conlleva no
solo contigo mismo, sino con aquellos que dependen de ti. Aún así,
debemos reconocerles la valentía y la lucha que realizan también
por nosotros.
Trabajadores, no nos
queda otra. La presión en la calle no es suficiente, los de arriba
tienen dinero, medios, cuerpos represivos y medios de comunicación.
Están machacando y criminalizando a nuestros jóvenes y no tan
jóvenes, nuestros hermanos, hijos, conocidos, amigos, primos y en
algunos casos padres y madres; a nuestros compañeros y compañeras.
Uno lee historia y se asusta, se da cuenta que en el momento
histórico y en el lugar donde los trabajadores no han luchado, no se
han organizado o han sido derrotados las consecuencias han sido
desastrosas para todos y todas. Sí, me estoy refiriendo al periodo
entre guerras.
Son momentos difíciles,
nos han enseñado a que miremos por nosotros mismos, pero la única
manera que conozco de hacer presión a los poderosos, y deseo
enormemente que si alguno sabe de otra forma me lo comunique, es
parando la producción, transporte y distribución, junto a la
promoción de un frente común para formar un gobierno del pueblo y
para el pueblo; y para esto hay que organizarse. Se que la mayoría
de nosotros trabajamos para pequeños y medianos empresarios, buena
gente en general que también lo está pasando mal y que tampoco
tienen culpa de lo que está sucediendo. Las huelgas no serán contra
ellos y ellos podrán sumarse a las mismas, hablad con ellos,
explicadles que ellos también pueden ayudar, aún así, estos
pequeños y medianos empresarios tendrán que decidir de que lado se
posicionan, si ayudando o represaliando a los trabajadores que van a
la huelga, si de parte de sus trabajadores o de parte de los grandes
empresarios y banqueros.
Trabajadores, organizaos,
montad asambleas, hablad de vuestras situaciones con vuestros
compañeros, sindicaos, si vuestros delegados sindicales no sirven,
cambiadlos, si vuestras cúpulas sindicales no sirven, presionadlas,
aquellos que os sintáis con fuerza, militad. Acudid a las
manifestaciones con vuestros compañeros de trabajo. Se que las
centrales sindicales carecen de credibilidad entre algunos de
nosotros, pero es así porque son débiles, usad estas estructuras
para organizaros, no solamente en vuestras empresas, sino en vuestros
respectivos sectores. En definitiva, trabajadores, es momento de
perder el miedo porque el futuro es si cabe peor.
Tenemos una tarea por
delante, presión en la calle, lucha en los centros de trabajo y
formación de un gobierno del pueblo y para el pueblo; solamente hay
que decidirse a emprenderla.
Sin más, recibid un
cariñoso abrazo de un compañero.
¡Que viva la lucha de la
clase obrera!
Pedro Luis López Sánchez