Una reflexión improvisada sobre el accidente ferroviario en Santiago de Compostela
Esto no solo ha sido la tragedia del accidente ferroviario en Santiago de Compostela, esto ha sido la tragedia de todo un país.
A las nueve menos cuarto de la noche descarrila un tren de alta velocidad a 2 kms. de la estación de Santiago de Compostela, en una curva que ya se calificó en su momento por los técnicos del Ministerio de Fomento como "díficil".
Más de una hora después, mientras ya se estaba informando en las televisiones extranjeras sobre el accidente, ninguna de las cadenas de TV pública y privadas habían cortado sus emisiones para informar sobre, quizá, el accidente ferroviario más grave de las últimas décadas en España. A nivel estatal empiezan a informar 13TV e Intereconomía y empiezan las primeras imágenes morbosas de cadáveres y las especulaciones de si ha sido un atentado. Si no fuera uno mal pensado pareciera como si esperaran que realmente lo fuera.
Dos horas después del accidente empieza a informar RTVE 24h y se les cuela imágenes del accidente de Chinchilla del 2003, hasta ese momento solamente estaban emitiendo imágenes de vídeo aficionado y no habían podido comunicarse con el enviado en Galicia.
Casi tres horas después Renfe pone por fin un teléfono a disposición de los familiares. Casi tres horas después La Primera, la televisión pública, la de todos, se digna a cortar la emisión para dar información sobre el accidente (el resto de TV privadas siguen con su emisión enlatada de verano). La situación es dantesca y dolorosa, los servicios de seguridad del Estado (aquí si son necesarios, los cien antidisturbios de esa misma mañana para desalojar a una pareja y sus dos hijos pequeños en Madrid no), los servicios de emergencia y hospitales sobrepasados. Por cierto todos estos trabajadores públicos, funcionarios, sí, los privilegiados, los gandules son los que salvan vidas. Sí, efectivamente, aquellos a los que se les recorta, se les machaca con bajadas de sueldos y aumento de horarios son los que sin ser su turno no dudan en acudir al hospital o al centro de emergencias para echar una mano por si hace falta.
Ante este accidente tan grave y con tanto herido, se hace un llamamiento para que la gente vaya a donar sangre, necesitan sobre todo personas A- y 0- con carné de donante (para evitar el trámite de papeleos). En vez de informar, Intereconomía se dedica a pedir oraciones a sus televidentes y el Community Manager de RTVE se equivoca y hace un llamamiento para que la gente vaya a donar ¡¿0+?!.
Empiezan a aparecer las primeras informaciones sobre las causas del accidente, error humano. Una curva que hay que darla a 80 kms/h, después de 80 kms. de alta velocidad en línea recta (180 - 200 kms/h) y sin ERTMS (European Rail Traffic Management System), un sistema de gestión
del tráfico ferroviario que impide que un tren supere la velocidad
máxima establecida o supere señales que indican parada; parecen ser que no son causas estructurales suficientes, cuando se han gastado millones de euros en AVE's que no usa nadie. No, las causas del accidente apuntan al error humano, que se lo coma el trabajador él solito.
Para terminar, Moncloa se equivoca, y mezcla el pésame por el accidente de tren en Santiago de Compostela con el terremoto de Gansu [
1].
Y cuando solo cabe la rendición ante un Estado en descomposición ética, política e informativamente hablando; llegan las imágenes de las colas para donar sangre y la noticia de que todos los parques de bomberos de A Coruña desconvocan la huelga que tenían prevista para echar una mano en el accidente.
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Foto de @ManOnTheMoon133 |
Los trabajadores, el pueblo, siempre el pueblo, digno, solidario; dando la cara a pesar de todo.
Pedro Luis López Sánchez, @estrateglobal
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