"En efecto. Vivimos una crisis del sistema donde todo está interconectado. La crisis es financiera, económica, climática, alimentaria, migratoria. Una crisis que toca la gestión mundial, porque no hay ninguna institución mundial que goce de real credibilidad. El G20 no es más legítimo que el G8. Y las Naciones Unidas no logran jugar el rol previsto por su Carta.

Es verdad que esta crisis es el producto del avance de la desregulación, pero está también ligada al mismo sistema. El mensaje del FSM deberá ser aún más claro que cuando nació hace 10 años. Subrayar la necesidad de la globalización de la resistencia y de las alternativas para proponer un sistema alternativo al sistema capitalista patriarcal globalizado.

Los que se reúnen en Davos siguen por el momento con la capacidad de lanzar ofensivas contra los “de abajo”. Estos, están poco a poco superando su fragmentación –aunque con dificultades- para progresar en la dirección de ofrecer una alternativa global que es más que necesaria. Y pienso que la solución no pasa por reformar el actual sistema sino claramente contra éste."

Eric Toussaint, presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo. Foro Social Mundial (FSM)

domingo, 8 de mayo de 2011

Y yo que tengo que ver con las bodas de Paris y Helena

Llegué sobre a las dos y cuarto a la casa de mis padres, entre semana como allí (menos los viernes que no trabajo por la tarde), consecuencia de tener poco tiempo para comer y vivir a cuarenta minutos del trabajo. Ese día estábamos todos, incluidos los sobrinos, menos mi hermano pequeño que hace poco tiempo se fue a Mónaco a trabajar. En casa de mis padres siempre se ha hablado de política, se intenta evitar porque todos (yo el que más) defendemos nuestras ideas con vehemencia, nos cortamos unos a otros y alzamos la voz; pero al final se habla de política, algo inevitable. El tema del día era Osama Bin Laden, como no. Os prometo que me había jurado a mí mismo no dedicar ninguna entrada de este blog al asunto, por razones que más adelante intentaré explicar, pero ha sido inevitable.

La conversación empezó suave, mi madre comentó que bueno, que seguramente Osama Bin Laden mereciera morir pero de ahí a celebrarlo como si de un 4 de julio se tratase había un trecho largo, no veía bien celebrar la muerte violenta de alguien, por muy terrorista y enemigo de las democracias que sea. Las contradicciones propias del que recibe tanta información en pro de la ejecución de un ser humano por terrorista y enemigo de la libertad pero que en el fondo tiene un sentido de la justicia más humano. En seguida la conversación subió de tono, en esencia yo defendía la idea de que debe ser un juez quién decida si Obama Bin Laden es un terrorista o no, si ha cometido algún delito o no y quién debe administrar justicia, que me parecía muy peligroso el precedente de que un presidente pudiera mandar sus tropas a un país soberano, entrar en casa de un ser humano y de ejecutarlo (con la muerte adicional de otros seres humanos) con el beneplácito de la comunidad internacional; el resto defendían la idea de que estaba demostrado que Osama Bin Laden era un ser despreciable y mejor muerto que vivo. Salí de casa indignado, ¿como puede ser que mi propia familia justificara una ejecución?, ¿dónde nos lleva esto?, ¿como podremos avanzar hacia un mundo mas justo, humano e igualitario con sentimientos de odio y venganza?

Ya en el coche caí en la cuenta, otra vez han marcado la agenda política, otra vez el capitalismo con sus miserias. Mi sentido de justicia, que estoy convencido que comparte mi familia, nada puede hacer contra los sentimientos de odio y venganza con los que el capitalismo justifica la ejecución de un ser humano. La ética, la moral imperante en nuestro tiempo es así, potencia los instintos y sentimientos más primitivos y negativos que son fácilmente identificables por las individualidades que componen una sociedad de manera que consigue acallar las voces de la razón, la justicia y el verdadero resarcimiento de las víctimas, conocer la verdad y condenar a los culpables, a todos y cada uno de ellos.

Lo reconozco, cuando discuto no soy una persona instructiva, didáctica. Cuando discuto no intento que mis argumentos sean entendidos por las personas que participan de la discusión, sino más bien intento simplemente tener razón, y mis argumentos no llegan. No trato de llevar la conversación a unas argumentaciones alejadas del odio y la venganza, sino que intento combatir estos sentimientos que nos llevan a la barbarie y al fascismo directamente, y es imposible. El caso es que la idea principal que ronda mi mente al respecto de esta muerte ni siquiera la mencioné en la discusión familiar y voy a aprovechar para transmitirla.

Por lo que a mí respecta, Osama Bin Laden murió el 17 de diciembre de 2010. Ese día Mohamed Bouaziz, un joven vendedor tunecino se prendió fuego en el Gobernorado de su ciudad en Túnez, en un acto seguramente de desesperanza ante la continua humillación que venía recibiendo de la policía de su país. Un musulmán se mató, no para llevarse consigo a unos cuantos occidentales y conseguir así la vida eterna en el paraíso, sino porque no podía más. Este acto individual sin quererlo se convirtió en un símbolo de dignidad colectiva. Con esta muerte, con cada musulmán que ha salido a la calle reivindicando democracia, libertad y derechos humanos, con cada tunecino, egipcio, libio, yemení, sirio, argelino que han arriesgado su vida sumándose a esta revolución de dignidad colectiva, con cada grito, cada plaza llena; más muerto y enterrado estaba Osama Bin Laden, ajusticiado por los propios musulmanes.

Irónicamente, algunos intentan resucitarlo con su muerte física. No quería hablar de Osama Bin Laden porque no forma parte de mi agenda política, forma parte de la agenda política de los que lo crearon, promocionaron, armaron y cuando se volvió en su contra, ejecutaron. Tenemos nuestra propia agenda política, la agenda política de la revolución como motor de la historia, la de la democracia participativa y directa, la de los inmigrantes muertos en el mediterráneo para nuestra vergüenza, la de los sin techo, la de los parados, la de las familias que mezclan leche con agua porque no les llega para todo el mes, la de los explotados, la de los sin papeles, la de los encerrados en los centros de internamiento de extranjeros, la de los trabajadores. Hablemos de lo importante, y dejemos al capitalismo con sus miserias y sus guerras de las que nada tenemos que ver.

Nada tenemos que ver con que un nobel de la paz haya mandado ejecutar a un terrorista que sus propios servicios de inteligencia (del nobel de la paz) han creado a su imagen y semejanza. Nada tenemos que ver con los monstruos, miedos, miserias y escala de valores de los asesinos que matan a asesinos. Nosotros, trabajadores, nada tenemos que ver con las bodas de Paris y Helena.

Pedro Luis López Sánchez
La Estrategia Global - http://laestrategiaglobal.blogspot.com/

1 comentario:

  1. Efectivamente, no es nuestra agenda política, da igual si está vivo o muerto, no cambia nada; pero sin embargo copa todos los telediarios y no se habla de las rebeliones árabes, ni de la violación de los derechos humanos, ni de la declaración del estado palestino para septiembre, ...

    Además, todos seguramente odiamos a Osama Bin Laden, pero sin embargo algunos no estamos de acuerdo de como se le ha hecho "justicia" (muy entre comillas). El caso es que denunciar esto, que esta "justicia" no es propia de la democracia, es un debate que se pierde a priori porque la gente entiende mejor los sentimientos de odio, venganza y miedo que los razonamientos sobre un ideal de justicia. Es su agenda política, su moral, donde el capitalismo se encuentra cómodo.

    Por ello insisto en la necesidad de reconducir la situación para volver a hablar de democracia y derechos humanos en los países árabes; que es donde el capitalismo cae en sus propias contradicciones y sea seguramente la mejor forma de arrinconar al terrorismo.

    Gracias por contestar, me alegra que alguien lee mis posts, :)

    Un saludo

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